Pep Aymerich es carpintero y también performer y artista plástico, y ha estado en L’animal en años anteriores de maneras muy diferentes. Pep Aymerich vive en Celrà y ahora nos propone una residencia ligada estrechamente a su oficio de carpintero.
La residencia consistirá en la acción de construir una silla de madera partiendo del estadio más cercano a la naturaleza: un tronco de palangre. Solo se utilizarán herramientas tradicionales en la realización de una silla, también tradicional, con una forma constructiva que sea el punto de encuentro entre la eficacia y la sencillez.

La propuesta no es solo relevante por el resultado final, sino sobretodo por todo el proceso: tener mucho cuidado en los movimientos que se realicen, ya sean posturales, de fuerza, de habilidad o de eficacia. Tal y como si todo el proceso de creación de la silla, desde el tronco, fuera una coreografía.
La silla es uno de los objetos con polisemia más amplia y profunda. Presente desde los inicios de la humanidad, es la evolución de apoyar el peso del cuerpo en el suelo para descansar las piernas aprovechando el relieve natural de un margen, una roca o un árbol. Su éxito a lo largo del tiempo se debe a que responde a la necesidad de descanso consciente y despierto –comiendo, leyendo, hablando, etc. Por eso mismo es un objeto de uso tan cotidiano, de poder simbólico, per ejemplo, como emblema de poder: es rey aquel que se sienta al trono. Hasta no hace mucho tiempo, la silla era un lugar casi exclusivamente de descanso; pero ahora, mucha gente trabaja sentada.